Capítulo 1: Dos revolucionarios a sueldo.
El 12 de abril de 1968, Ismael Lagos arribó al país. Su
nombre, como tanto habían insistido los periódicos de la época, era sinónimo de
revolución y guerra. Pasivo por naturaleza y altanero por despecho, nació en un
pequeño pueblo del interior que casi nadie hoy recuerda, pero aun así, debió
exiliarse junto a su familia cuando tenía diez años. Este hombre, hijo
primogénito de José ‘’pantufla‘’ Lagos, un conocido terrateniente que pasó a la
historia luego de denunciar públicamente al mismísimo presidente de la nación
por encubrimiento ilícito y tráfico de menores. Caso que hasta la fecha nunca
ha sido esclarecido, pero le valió su destitución inmediata y posterior
persecución, pública y privada, sin ningún tipo de reparo, que acabó una vez
que su cuerpo fue hallado, descuartizado y colgado, en una conocida plaza de
Roma.
Esto, sumado a otros problemas familiares que tenían
relación directa con el ‘’suicidio’’ de su padre (el caso fue esclarecido y
archivado de esa manera), lo llevaron a formar parte activa de grupos
delictivos. El primer movimiento que realizó, permítanme decirlo de esa manera,
ocurrió casi por casualidad y le valió para toda la vida. Por aquel tiempo,
Ismael frecuentaba un bar llamado ‘’Stranis’’, nombrado en honor a un héroe bélico
que salvó mucha gente del fusilamiento e indirectamente propició al
levantamiento de armas en la ciudad, por lo que podría decirse que este lugar
era un paraíso para los inconformes con el sistema. Allí, uno tenía la
oportunidad de toparse con personas peculiares, bichos raros e incluso, si
poseía cierto renombre, comprar uno que otro producto de contrabando.
Debido a la escasez de fuentes verídicas propias, espero
sepan disculparme, me es imposible dar una fecha exacta de cuando se dio la
reunión. Ciertos autores indican que sucedió en la primavera de 1954 y otros
historiadores, un tanto menos reconocidos, lo sitúan varios años más adelante.
Sea cual sea el caso, en el momento que Lagos entabló amistad con Giovanni
Tremolo, quien tenía nombre italiano pese a haber nacido en Alemania (más
precisamente en Berlín), la tan afamada palabra ‘’guerrilla’’ obtuvo su
significado actual. Muchos, entre los que me incluyo, pensamos que aquella
táctica está lejos de ser un delirio o una medida anti-táctica, valga la
redundancia, fue creada gracias a la mentalidad adaptativa que poseían.
Tremolo, según varios de sus íntimos amigos a los cuales entrevisté, era un
magnifico jugador de ajedrez, casi al nivel de un campeón o un anciano repleto
de experiencia. Pasaba horas refinando sus movimientos y anotándolos en un
cuaderno, temía olvidarlos por su poca atención, para luego aplicarlos en su
próxima partida.
En el extremo opuesto, Ismael destacaba por sus aptitudes
físicas. Lo que le permitía, sin demasiado esfuerzo de su parte, correr grandes
distancias en poco tiempo o hacerlo en intervalos prolongados. Las malas
lenguas dirían ‘’suerte’’, yo en cambio prefiero el termino genética o naturaleza
inevitable. Saliendo de eso, nadie puede negar que ambos se complementaban y en
conjunción lograron un extraño equilibrio. Aquella cita, que aplicada en un
plano más cosmopolita podríamos llamar ‘’Big Bang’’, precipitó los muchos
movimientos sociales que aún no encontraban la forma correcta de cómo hacerlo.
Algunos disponían de armas y otros de personal, algunos poseían un gran
presupuesto y otros conocían con maestranza su geografía, pero en todos fallaba
lo mismo. Y no es exagerar cuando digo que, lejos de ser santos, eran
milagrosos, mientras uno de ellos comandaba las tropas por dentro, su
contraparte ejecutaba las labores tácticas. Todo al pie de la letra y con una
sincronización tan exquisita, que parecían hablar telepáticamente.
Lo siguiente fue aún más interesante, aquellos presentes
decían recordar sus rostros e incluso las bebidas que tomaron, pero les resulto
imposible hacer lo mismo con sus tonos de voz. En pocas palabras, vieron dos
sujetos ingresar y ni siquiera el cantinero los oyó. Dejo al margen algunos
detalles menores, como ser el extraño objeto que observó uno de los testigos
<<una caja negra, del tamaño de una grande de cerillos, que brillaba como
un foco de luz exterior y respondía al tacto de quien lo ‘’oprimía’’>> y
los anteojos que utilizaba Tremolo, en palabras textuales de uno de los
implicados <<tal vez estaba imaginando o el alcohol se diluyó muy pronto
en mi sangre, pero en un momento sus lentes cambiaron de color y él tipo de
barba rubia comenzó a recitar algo, creo que en latín, como si lo estuviera
leyendo de algún lado, pero no tenía ningún libro en sus manos>> que
quizás suenen un tanto increíbles. Gran parte de mi quisiera creer estas
afirmaciones, situación que dejaré al criterio de cada quien, ya que mi labor
de periodista obliga a mantener la imparcialidad ante todo.
En los posteriores meses, como sabiendo que nadie podría
detenerlos, lograron ‘’absorber’’ gran parte de los clanes de la zona y en
menos de un año, eran dueños y señores de Italia. Nadie conocía sus orígenes e
igual confiaban ciegamente en ellos. Desde los peones hasta los capataces,
secretarios y funcionarios políticos, todos comían de sus manos y hasta les
lavaban la ropa. En una entrevista que me concedió Francesca Burnello, su
primer ama de llaves, los definió como ‘’heroes bajo la sombra’’. Hombres de
buen gusto, refinados y con un gran manejo de la oratoria, que parecían
conocerte antes de haber dialogado. En cambio, Luciano F. (no me permitió dar a
conocer su apellido, argumentando posibles represalias), los clasificó como
‘’maleantes desprovistos de ética y sentido común’’, aludiendo serios problemas
mentales y físicos causados por sus bulliciosas fiestas nocturnas. Se comenta,
algo que no ha sido aclarado o confirmado por fuentes oficiales, que en una fiesta
de año nuevo, Luciano perdió la razón y se inmoló junto a su casa. Terreno
luego adquirido por sus revolucionarios vecinos.
Una vez obtuvieron la llave de la ciudad (país en nuestro
caso), su expansión mundial sucedió en un abrir de ojos. Trego, aquella
compañía nacida del ingenio de dos jóvenes adultos emprendedores, llegó a su
apogeo y representó, por primera vez en la historia, una luz de esperanza para
los desprotegidos. La primera compañía multinacional dedicada a la liberación,
reorganización socio política y revolucionaria de los pueblos y países. Con su
más glorioso y ambicioso proyecto: Paso de los Andes, en alusión a la famosa
cordillera por donde transitó cierto general. Como era de esperarse, en un
principio no fue bien recibido por la cúspide del poder, los sectores
empresariales (que demandaban estabilidad) ni por aquellos que habían
conseguido nuevos terrenos luego de la guerra.
Quizás la situación hubiera mermado si ellos hubiesen
vendido su producto solo en Europa, pero su ambición era tal, que no dudaron en
brindar sus servicios al nuevo continente. Recibieron el primer cheque, y sin
pensarlo mucho, compraron el avión más grande que pudieron conseguir y
partieron rumbo a Argentina. Allí serían asilados por Juan Quirós, quien supo
ser rector de una universidad pública, y Gregorio Funes, alguien con demasiado
dinero y sin lugar donde gastarlo. El viaje duró más de 40 horas, casi el doble
de lo estipulado, debido a las diversas paradas que hicieron por precaución. Arribando
exactamente a las 23:47 de aquel frio martes de abril.
Las primeras palabras de Lagos ante la prensa fueron
contundentes, tan cálidas como el rugido de un león y mucho más determinadas
que una procesión de elefantes:
-¡Seremos patria, o moriremos con ella!-
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